Junto a los neumáticos y los frenos, son los elementos de seguridad del automóvil que están sometidos a un mayor desgaste.
El amortiguador es un elemento constitutivo de la suspensión la cual desempeña una función elástica y atenúa las desigualdades de la carretera, en cuanto a los amortiguadores, deben controlar la oscilación de la suspensión sin oponerse al juego normal de los muelles.
Los amortiguadores absorben la energía excedente desarrollada no solo por los muelles, sino también por los neumáticos y limitan los rebotes de cada rueda. De este modo evitan la transmisión de vibraciones perjudiciales para el habitáculo y la pérdida de adherencia entre los neumáticos y la carretera, entonces el vehículo se pega a la carretera y el efecto de balancín se limita al mínimo.
Cómo funciona el amortiguador
El amortiguador complementa el trabajo de la suspensión, evitando las oscilaciones laterales y verticales del vehículo. Su funcionamiento es simple. Consiste en un pistón que se desliza por el interior de un cilindro lleno de aceite o gas. Unos agujeros permiten el paso del contenido entre las dos cavidades que crea el pistón al deslizarse.
Con el uso y las pérdidas de gas o aceite los amortiguadores se degradan progresivamente, pero es difícil detectar cuándo han dejado de funcionar adecuadamente. El comportamiento del vehículo empeora poco a poco, por lo que el conductor se acostumbra inconscientemente al cambio. El problema para nuestra seguridad reside en que la ausencia de una amortiguación adecuada se hará patente en situaciones complicadas, ya que este elemento es el que garantiza el contacto constante del neumático con el asfalto.
Por esta razón, es conveniente fijarse de vez en cuando en el comportamiento del vehículo. Si tras atravesar un bache el vehículo se mueve como una barca, oscilando lateralmente y rebotando verticalmente hasta conseguir la estabilidad, conviene una revisión urgente.
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